Son los Cantares de Candelaria una de las expresiones más descaradas, críticas y satíricas, de nuestro repertorio tradicional, pese a que, a la localidad mariana del mismo nombre, se iba en promesa o rogativa a la Virgen de Candelaria. Para ello la gente partía el trece o el catorce de agosto por la mañana, a pie o en camiones, los cuales enramaban con hojas de palma y banderas.
“El que llevaba el camión se quedaba en él, los demás nos quedábamos en la arena, frente a la Iglesia y las personas que no tenían donde guardar la cesta con la comida, se la dejaban a las turroneras, con el compromiso de comprarle los turrones. También había casas que se pagaban”.
Desde que salían del pueblo se animaban a cantar, isas, folías… y, cómo no, los cantares de Candelaria. Es curioso comprobar que las coplas más escandalosas eran cantadas por las mujeres.
“Las mujeres se desataban, … uno veía cada cosa en la playa…, las mujeres bailando y brincando, jalando por las faldas…”
Manuel J. Lorenzo Perera, autor del trabajo El Folklore Maldito de las Islas Canarias, no duda en considerarlo uno de los temas más malditos del repertorio del folklore canario, debido a que hubo un tiempo donde tenían un marcado carácter crítico y reivindicador, donde se utilizaron para reprochar al poder religioso su comportamiento.
Actualmente, las pocas personas que aún se acuerdan de estos cantares, los usan como forma de diversión y entretenimiento durante el viaje, su estancia y regreso de la Villa Mariana.
Los Cantares de Candelaria, no han sido un género al que los colectivos folklóricos le hayan puesto importancia, no sabemos si por carecer de danza o por sus coplas descaradas.
Normalmente se cantaba sin ningún tipo de acompañamiento, solo al compás de las palmas, panderetas, sonajas o callados y alguna vez una contra.